No más...

Ha transcurrido un mes desde el primer viaje. En esa oportunidad me fui desde la casa completamente solo, me despedí de mi amor en nuestra casa. Fue difícil aquella vez dejar nuestra casa, dejarla a ella, no era algo a lo que estaba acostumbrado. El segundo viaje me acompañó mi señora, no había otra opción que nos dejara tranquilos a ambos. Para no levantarnos temprano, decidimos desayunar en el aeropuerto. No estoy seguro si fue una mala idea, pues no es más que aprovechar cada minuto que tenemos juntos, y pienso así solo porque mi demora casi me deja debajo del avión, pues de otra forma para mí era la única cosa que debía y quería hacer en ese momento.
Con la idea de tomar desayuno juntos esta vez, en el tercer viaje, nos levantamos más temprano que en el segundo. Pero por las idas y vueltas de ambos, llegamos justo a la hora, y para más mala suerte nuestra, el restorán estaba cerrado.
Dicen que las cosas malas no vienen solas. Esta vez llegaron además en el último momento que teníamos para compartir. No se nos facilitó la despedida. Mi ánimo no es de los mejores, no tengo tanta paciencia. Cuando decidí embarcarme en esto yo era dueño del mundo, tenía gran parte de mis cosas bajo control. Esta vez, en este viaje, solo tengo el control de no olvidar mis sueños.
En algún momento sufrí por el peso de mis desiciones, olvidando que me estaban conduciendo hacia mis sueños. En este momento no siento distinto, pero si pienso además que, más temprano que tarde, podré decir que estoy donde soñé con la mujer que amo.
Hoy elegí del lado de la ventana que da al mar. Creí que era menos duro el paisaje que se descubre hacia este horizonte. Pero es solo un pensamiento, la inmensidad del océano es tanto mayor a la que se ve en tierra. No existe consuelo para esta vista, mucho menos para la distancia.
Los killómetros no cubren todo el vacío que existe en este día, pues no vivir cada día contigo me está llevando a una silenciosa procesión, que como dicen, se lleva por dentro. No quisiera hacer de esto una carga para las personas que me rodean, menos a quién vive el otro lado de esta moneda.
Hay lágrimas que no esperan su turno para caer, y llenan de tristeza aún más este día. Mis manos no encuentran la calma ni siquiera para escribir te extraño, me desconcentro más fácil que otros días, y tengo solo esperanzas en el día que me tenga que ir de este lugar.

3 recuerdos

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